Los ojos se le hincharon de tanto llorar.
Siempre ha llorado mucho (ese es su superpoder).
La sensación le aprieta el pecho y le teje un nudo doloroso en la garganta. Después le sube hasta el lagrimal y entonces se le derraman los ojos.
La boca se le seca, la nariz se le moja. La cabeza comienza a punzar.
Él, es más metódico (menos emocional.)
Hace las cosas con la objetividad que se merecen.
Cree más en la razón. Es un tipo responsable, amigable con todos los seres vivos, bienquerido (uno de esos de los que ya no hay).
No llora con frecuencia y cuando lo hace es breve, conciso y sistemático.
Ambos se miran a los ojos.
Él calcula que les iría mejor separados, ella presiente que si no están juntos no vale la pena absolutamente nada.
Él cree que ella exagera. Ella piensa que él no está viendo la gravedad del asunto.
Así pasan las horas mirándose.
Ella se hace la fuerte pero el llanto la presiona.
Él trata de hacerse el débil, pero la mente lo distrae.
Ella sucumbe a las cascadas en los ojos.
Él le esquiva la mirada pues por alguna extraña razón verla llorar lo conmueve y lo hace sentir inestable.
Ella se le va a los brazos, él suspira y le acaricia con ternura el cabello.
Se sueltan. Se despiden.
En el fondo ambos saben que estarán juntos toda la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario