6. Cambios

Me voy porque ya estoy un poco cansada (muy cansada) de esta ciudad.
Esta ciudad que maltrata y encanta al mismo tiempo. Alguna vez leí que era como un novio malo y guapo, de esos de los que estás perdidamente enamorada pero que no deja de agredirte cada vez que puede. De esos que se disculpan para que vuelvas a quererlos y que te enredan con sus encantos cosmopolitas y su no tan falsa poesía.

En fin... Así es esta ciudad, tremenda hermosa y violenta. Tan matizada que resulta absurdo.

Y yo, necesito un respiro. Necesito un par de maletas y una caja donde milagrosamente quepan mis libros. Empacar no será tan difícil, he aprendido a no acumular objetos... A viajar ligero pues.

Ha sido un año ajetreado y lleno de acomodos, con momentos sorpresivos e inimaginables, con molestias diminutas que se arreglan hablando. Hacemos trámites, firmamos un montón de cosas, perdemos y encontramos documentos. Puff! Los trámites ponen a prueba la paciencia de un santo. Todo sea por cambiar de aires un ratito. Si pudiera me iría a vivir a la playa, me despertaría a ver el mar y a comer mangos con limón y sal. Todos queremos vivir en la playa pero la playa no es para todos y como esta ciudad en algo de tiempo seguro también me cansaría. Qué caprichosos somos humanos, siempre viendo el pasto del vecino un poco más verde.

Hablo de todo, porque parece que eso es lo que se hace en estos días. La información se nos chorrea por los ojos y ordenar las ideas parece más complicado. El lenguaje se ha modificado, entiendo que muchos no leerán más de 140 caracteres, muchos otros no le pondrán play a un video de 3 minutos porque se les hará eterno ¿y quién tiempo para cosas eternas hoy en día?. (Suspiro)

Nuestra atención moderna es terrible. Nuestras habilidades comunicativas se transforman y se entorpecen con las redes sociales. Parece que todo está al revés y entonces, me doy cuenta de que sigo saltando de un tema a otro. Prometo buscar más orden en mis posts venideros, prometo que tendrán más sentido... Tal vez.